29 de junio de 2012

Antes era fácil describirme con su nombre.

Estabas dibujado en los lunares de mi espalda. En las lágrimas que no tuvieron que ser, pero fueron. En todas y cada unas de mis sonrisas. En los domingos. En los veranos. Eras ese acorde que nunca termina de sonar bien, y me dejaba despierta hasta las dos de la madrugada intentando encontrarlo. Eras ese adjetivo indescriptible que aparecía en todos mis textos. Eras esa canción que suena de fondo en las películas cuando el hombre sale de la cama de madrugada, silencioso, escapando de una vida rutinaria y de la mujer de sus sueños, como siempre, equivocado. Eras ese paso entre el amor y el odio. Eras mi aceite, y yo tu agua, siempre transparente, y tu siempre a un poquito antes de juntarnos, de mezclarnos, de ser sólo uno, al menos por unos instantes.



                                           ''Siempre avivando la llama al segundo antes de apagarse''

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