19 de octubre de 2011

Decías que era una ninfómana en descontrol





Sabía que algún día aparecerías, pero no tenía pensado como nuestro primer encuentro la boca de un metro. Vivimos unos años de película en los que me encantó ser por primera vez la protagonista de la vida. Describía nuestra historia entre el erotismo y la ciencia ficción. Eras el típico empresario aburrido que se pasaba la vida hablando de política y de las diferentes formas que deja el café en su taza. Me escusaría diciendo que aunque me encantara el descontrol, contigo me aventuré a vivir nuevas experiencias algo menos alocadas si no fuera por lo devastador que te volvías a partir de las doce con todo objeto que estuviese sobre la encimera de la cocina, la mesa de tu despacho, o cualquier mueble diferente donde seguidamente me hacías el amor de una manera salvaje, brutal.

9 de octubre de 2011

Sustituirte nunca fue el plan B

Últimamente te pienso demasiado, lo achaco al cambio de estación. Tengo las hormonas alborotadas y te deseo de una manera algo extraña, diferente. Echo de menos ponerme a llorar como una niña pequeña enrabietada  porque hoy no me has dicho que tengo los ojos más bonitos del mundo. Y es que contigo se me aceleró la vida y el corazón. Debe ser que hoy nos echo un poquito más de menos o que los días grises me entristecen y por no admitirlo, te vuelvo a echar una vez más la culpa de todo. De que los políticos se estén cargando el país, de que el ecosistema se esté yendo a la mierda y de que mi corazón ya no sonría al verte entre otras muchas cosas. Supongo que deberás estarme agradecido de que encabeces mi lista de personas admirables, y que con diferencia, eres el cabrón al que más he querido.






Quiero que me mires de arriba abajo
mordiéndote el labio anticipándome que 
en menos de 3 segundos me vas a comer.

2 de octubre de 2011

Dejamos de experimentar, por miedo a que la próxima saliera un poco mal.

Recuerdo de que manera rebuscada nos enredábamos en el sillón. Y lo difícil que se me hacía mandarte para casa después del revolcón de fin de semana. Teníamos complejo de mentirosos que solo saben decir la verdad. Y éramos arquitectos de escusas que hacen dudar. Los domingos por la noche nos llenábamos los bolsillos de guerras ganadas. Y los lunes nos abastecíamos de proposiciones indecentes renovadas. Y las sacudidas al corazón, los paros cardíacos que destruían mi sensibilidad.  Hoy solo quedan tus manos por mi espina dorsal, recorriendo cada promesa inventada que me solías jurar.



''Increíble la velocidad a la que pueden romperse los esquemas y dejarnos en pelotas''.